Roberto Díaz [b]

Nombre real: Díaz, Roberto
Letrista
(23 julio 1938 - 16 agosto 2011)
Lugar de nacimiento:
Avellaneda (Buenos Aires) Argentina
Por
Nélida Rouchetto

ara conversar sobre el poeta Roberto Díaz (b) hay que sumergirse en el profundo interrogante referido a ¿qué es poesía? y por supuesto analizar en particular la obra de nuestro poeta. Su fama no es puro cuento, más bien es a puro verso, porque está anclada en el respeto, la admiración de algunos de sus pares, como así también en estudiosos y diletantes de la poesía popular incluida en la música auténticamente argentina, ya se trate de tangos o movimientos criollos, digamos, como las plumas, de Homero Manzi, Cátulo Castillo, Homero Expósito, Enrique Cadícamo, Ariel Petrocelli, Armando Tejada Gómez, Manuel Castilla, Hamlet Lima Quintana, por ejemplo, en la afortunada y extensa lista de creadores que además llegaron al espíritu del pueblo sin artimañas comerciales.

Entendemos que Roberto expone una poética natural, sin artificios, sin imitaciones. Sus versos dibujan elementos representativos, su línea es surrealista, sin embargo representa todo aquello que cualquier ser sensible capta. La tristeza, no es tristeza que angustia, la nostalgia, los recuerdos, no son para volver al pasado, son para rescatar las vivencias, y sublimizarlas en el presente. A todo lo irreal lo hace tangible, porque lo capta de lo real. Los resultados de sus enfoques sociales son espejos de una realidad cruel que el poeta escribe y describe, sin embargo jamás llega al burdo panfleto partidista, cala en el lector porque es un reflejo humanista.

Las cosas están, no en sus palabras directas, no hay catálogos, son concretas porque están en las vivencias y, en especial, cuando dibujan los sentimientos estos tienen paciencia propia desde la óptica, la visión lúcida del escritor y en el uso del lenguaje que es muy bello, artístico, nos delata al poeta.

En cuanto a la técnica, que puede analizarse desde lo académico, no tiene artificios, es clara, posee en lo formal en encanto que nace del yo íntimo del escritor. Afirman sus, valores la sapiencia y la captación de jurados internacionales que otorgaron valía a nuestro vate; así lo comprendemos al ordenar su vinculación y sus premios. El realismo y el idealismo llegan unidos en su pluma porque la búsqueda de la belleza es en el artista una constante, lo advertimos aún en todo lo que es cotidiano, seres queridos, lugares, personajes, la ciudad, el hombre común... hasta el viento es visible.

La muerte tiene envolturas de algodón, aromas refinados y la figura del ser no se ha desdibujado, (el abuelo por ejemplo), surgen en cada suspiro, cada queja, cada emoción, cada alegría de la vida...

No es un poeta estridente, busca los sueños que embriagan como el vino, pero la poción está como elemento de vapor para la evasión, como un jugo gástrico, tal el paralelo del vino de “La última curda” de Cátulo Castillo o el de Hamlet Lima Quintana en “Si duele mi presencia”.

Los poemas de Roberto tienen armonía, ritmo, proporciones equilibradas, iluminan con colores, arrullan con sonidos, le dan forma verso a verso a su propio mundo dentro de un lenguaje sobre el mundo real, tal como se recibe de sus mensajes, porque si uno lee a los poetas como Díaz es porque encuentra en sus líneas los pensamientos, ansiedades, broncas, que le cuesta expresar adecuadamente al no tener el don que Dios le otorgó a ellos.

En Díaz todo deriva de lo íntimo, lo va madurando sin prisa. ¡No hay que descuidar la belleza! Concuerda con Rainer María Rilke quien en los umbrales del siglo XX escribió su Carta a un joven poeta (entre 1903 y 1908), que en El artista y la paciencia señala: «Ser artista es: no calcular y no contar. Madurar como el árbol que no apura sus savias y que está, confiado, entre la tormenta de la primavera, sin la angustia de que no pueda llegar a un verano más... » en otra le orienta sobre «Esa soledad para el creador» y que «los niños son siempre usted lo que fue de niño...» y así vemos reflejado a Díaz en cada uno de sus poemas.

Él está lejos del intelectualismo galano porque ese no es su fin, su destino es la comunicación, ya la logre con un libro de poesía pura o colocando su poesía en la canción popular, ajeno a toda difusión o promoción organizada. Luce, para nosotros los fanas tangueros, más vibrante, tal vez, si se complementa con los giros musicales del tango, porque surgen sus cadencias, en cada verso, en contenido y forma, con la cancionística justa para el género.

Nota de dirección:
Nació en la ciudad de Avellaneda, en la Provincia de Buenos Aires, en 1938. Fue subdirector del diario La Ciudad de Avellaneda hasta el año 2003 y traductor de habla inglesa. Ha publicado diez libros de poesía y su obra literaria figura en numerosas antologías del país y del exterior.

Colaboró en varios tangos de Reynaldo Martín, autor de la música

Fue premiado en varias oportunidades. Algunos ejemplos: en el Primer Premio Carabela de Oro, en Barcelona, España; el que le otorgó la revista italiana Silarus; el Premio Internacional de Prensa Rigoberto Cabezas, en San José de Costa Rica; las Menciones Especiales de los Premios Municipal y Nacional de Poesía y el Premio al Mejor Columnista en Temas de Interés General que recibió en 1998 del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires. También fue premiado por su obra autoral tanguística.